En alguna ocasión, todas las personas hemos disfrutado del placer de sentarnos en la penumbra de un atardecer otoñal, mientras la lluvia resbala por los cristales de una vieja casa, para escuchar historias de ultratumba. De esta manera, los relatos de vampiros, muertos vivientes, narices llenas de verrugas, escobas voladoras, pociones mágicas y maldiciones se filtraban en nuestros sueños infantiles. Aquellas narraciones nos llevaban a subirnos el embozo de las sábanas hasta las orejas y a vigilar con recelo el quicio de la puerta entreabierta, por si un espíritu travieso decidía colarse en nuestra habitación.
Pilar Alcántara no es solo una escritora talentosa; es también una pedagoga excepcional. Con una metodología que recuerda al estilo de Gloria Fuertes, Pilar ha logrado crear un vínculo único entre su imaginación ilimitada y la puesta en escena de cuentos poéticos, todo ello impregnado del sello distintivo que ha ido forjando a lo largo de los años.
Así, con las dotes mágicas que despliega en su literatura, Pilar crea un mundo nuevo en el que nos movemos con total desparpajo. A través de sus rimas, disipa la oscuridad de los cuentos, que pierden su fuerza cuando los sacamos a la luz, y hasta logra despertarnos un tierno sentimiento hacia esos personajes oscuros, mostrándolos bajo un prisma diferente, más cercano e, incluso, en algunos momentos, con un toque cómico muy divertido.
(Extracto del prólogo de Cora Ibáñez)